Steph Curry y los Warriors: ¿y ahora qué tras la silenciosa eliminación en Minnesota?

Steph Curry estaba ya hundido en su asiento en el vestuario visitante del Target Center. Se dejó caer aún más y echó la cabeza hacia atrás, con la mirada fija en el techo. Su rostro, inexpresivo, transmitía frustración; sus ojos, duros, delataban la decepción.

Horas antes, los Golden State Warriors llegaban al quinto partido contra los Minnesota Timberwolves con una especie de mantra no oficial, prestado de los Boston Red Sox de 2004, quienes sorprendieron al mundo remontando un 0-3 ante los Yankees. Curry lo recuerda perfectamente. Era estudiante de instituto cuando Kevin Millar, con los Red Sox perdiendo 3-1, lanzó la frase que hoy resumía el espíritu de los Warriors: “No nos dejéis ganar esta noche”.

El mensaje entre líneas era claro: el equipo se sentía confiado sabiendo que Curry podría volver de su lesión en el muslo si lograban forzar un sexto partido. Pero cuando se le preguntó si estaría disponible en ese hipotético encuentro, Curry ya no parecía tener ánimo para especulaciones. Ya no importaba. Minnesota no les dejó ganar. La temporada acabó con una derrota por 121-110, una eliminación casi elegante que dañó el orgullo del equipo. Curry, vestido con un chándal beige, vio desde el banquillo cómo todo terminaba.

El trago fue amargo. Una derrota más y quizás habrían tenido de vuelta a su estrella para las semifinales de la Conferencia Oeste. Un solo partido más para mantener viva la esperanza y descubrir hasta dónde podían llegar.

“La única pequeña tranquilidad que nos queda es que tuvimos una oportunidad”, dijo Curry a The Athletic. “Y eso es lo que más duele. Lo hace aún peor. No quieres despedirte de esta forma”.

Cinco minutos después del pitido final, el propietario mayoritario de los Warriors, Joe Lacob, se dejó ver en un club privado cercano al túnel del pabellón de Minneapolis, donde los aficionados celebraban la victoria. Felicitó al equipo local, pero no dudó en decir lo que muchos dentro de su organización pensaban.

“Decepcionante”, resumió Lacob en una conversación de diez minutos con The Athletic. “De verdad esperaba que pudiésemos alargar la serie y estoy…”.

Se detuvo, consciente de que lo que diría a continuación podía interpretarse como una falta de respeto hacia los Timberwolves, pero lo soltó igualmente.

“Estoy bastante seguro de que si hubiéramos tenido a Steph, habríamos ganado esta serie”, sentenció.

Curry, por su parte, confesó que tenía buenas sensaciones de cara al hipotético sexto partido, aunque con un matiz de realismo. “No tengo ni idea, porque aún no he jugado en situación real”, explicó. “La única razón por la que era una posibilidad es que teníamos tres días. Si juegas un partido real, marcas esa casilla y puedes continuar. Pero nunca llegué a hacerlo”.

Ahora, con la temporada terminada de forma abrupta, los Warriors se enfrentan a un verano de incógnitas. Y aunque las palabras de Curry y Lacob evidencian lo que podría haber sido, la realidad es que Minnesota sí les dejó fuera. Sin ruido, sin milagros.